jueves, 14 de julio de 2011

Reflejo y Realidad, de Fernando Calvo García



Reflejo y Realidad, de Fernando Calvo García es un libro de poemas en donde brilla con excelencia el poema corto, en la mayoría de las ocasiones el aforismo, la sentencia. Estamos ante un poeta lírico que derrama una gran sensibilidad sobre esos pensamientos personales que nos transmiten la belleza, el paso del tiempo, la mirada ante un paisaje, la caricia de las emociones; en definitiva todos esos aspectos que conectan al hombre con su mundo interior y sus sueños.
Fernando Calvo tiene un estilo personal en su poética, un estilo que llega y cala y conmueve. Sus poemas son visiones de un mundo personalísimo, lleno de matices, pero sobre todo lleno de amor, porque es el amor lo que reina en este poemario, quiero decir un amor universal que denota el caro compromiso con la vida y con la poesía.
Al leer uno estos poemas siente la necesidad de besar una planta, llorar por las estrellas, sonreír ante cualquier nuevo paisaje. Y además estos poemas tienen una gran profundidad, un compromiso con la ética, la piedad y el amor. Pero como apuntaba antes, la mayoría de estos poemas son aforismos y eso hace que resulte todo mucho más filosófico, lo cual invita al lector a reflexionar sobre la vida. Verdaderamente nos encontramos ante un poeta sutil, con la levedad del ser levitando entre sus poemas, y con esa carga multiplicadora de la reflexión constante a través de unos versos llenos de metáforas e imágenes muy sugerentes y ricas. Reflejo y Realidad es el reflejo y la realidad de un poeta, Fernando Calvo García, que nos deja su gran tesoro, el tesoro de su interior barroco y lleno de hermosura.
A continuación les dejamos con algunos de estos poemas breves.

Viento, tráeme en tu aroma
los besos de mi amada.
Esperaré sentado en el andamio de los lirios.
Solo y en silencio esperaré.

* * *

Te fuiste.
Quedó tu sonrisa dibujada en el viento.

* * *

Escribo en la luna,
en el sol
los días que pasan.

* * *

Como la mora
yo habito en los zarzales.
Un mundo de púas.
Fruto humilde
a la orilla del camino.

* * *

Envolví con mis manos
las viejas cortezas
de los robles de mi pueblo.