lunes, 16 de julio de 2012

Los ojos no están aquí, de Roberto Loya

Roberto Loya ha publicado Los ojos no están aquí en la colección Los conjurados de la editorial Polibea. Un título sugerente y lleno de belleza. Una edición cuidadísima y original con las palabras preliminares de Raúl Alonso y la ilustración de la portada de Juan Carlos Mestre. Y al final del poemario están también las palabras de Federico Leal y Ángel Rodriguez Abad
Dice Raúl Alonso de este libro: "Los ojos, que es el concepto que articula todo el dinamismo de la obra y su reflexión gnóstica acerca de la vacuidad, se vuelven sobre sí mismos invitando a mirar hacia dentro, donde no hay forma, ni sensación, ni percepción, ni impulso, ni conciencia; ni ojo, ni ni oído, ni nariz, ni lengua, ni cuerpo, ni mente; ni formas, ni sonidos, ni olores, ni sabores, ni cosas tangibles, ni objetos de la mente, ni elemento del órgano visual, y así sucesivamente hasta que llegamos a la ausencia de todo elemento de consciencia mental."
Federico Leal que titula su estudio sobre Roberto Loya como La oscuridad del cristal, dice: "Roberto Loya es un poeta de oscuridades externas pero sus textos irradian una luminosa presencia interior". Y más adelante dice: "Los ojos no están aquí son -en su claro referente elotiano- pefume que se diluye, que se desintegra a sí mismo, pero que antes arroja la necesaria luz sobre los otros, incluso aunque se vuelva contra el vate..." "...Sí, la poesía de Loya genera luces, oblicuos sonidos de mantras, de cálices silenciosos vertidos sobre una hoguera, pero también proyecta figuras crepusculares y a menudo alargadas." "R. Loya es la voz inquebrantable del que ha estado en la tiniebla más enfangada y ha sido purificado pero no ileso".

Le dejamos con uno de los poemas del libro.

SABES los últimos pasos que dar
Antes de alcanzar con tus ojos
El confín de la materia
De la luz y el deseo
De ser íntimo paisaje.
No hay más que horizonte
En la fugaz lejanía,
Y me pregunto qué alberga el mar
Al partir hacia lo invisible.
Qué nos devuelva amansado en su marea
Como la vida trae de pronto el olor
De una vieja lluvia, que nos hace distintos
Al saberse noche de los días.