lunes, 23 de septiembre de 2013

Noche de tul sobre la piel, de Milagros Salvador


Noche de tul sobre la piel es el libro de poemas que Milagros Salvador nos hace entrega y que se puede leer en la editorial Huerga y Fierro editores. El poemario que está dividido en tres partes nos da una visión idealizada sobre el amor y en el que se puede apreciar una delicadeza claramente especial de vivir y expresar el sentimiento amoroso. El amor como paraíso y de los sueños, el amor como lenguaje de la piel y su deseo.
Los poemas pues están llenos de una gran sensibilidad poética y tratados desde esa sencilla levedad del ser que siente la ley reivindicativa del deseo. Un deseo que la poeta convierte en un amor místico, un deseo que viene de la sabiduría de quien ya conoce los entresijos sentimentales y quiere vivirlos con la misma intensidad de la luz; la luz que da el enamoramiento y que hace emerger la vitalidad más poderosa. Noche de tul sobre la piel es la reivindicación de la caricia, la reivindicación del encuentro con la piel como forma de conocimiento y que nos transforma en alguien lleno de una luminosidad completamente nueva.
Milagros Salvador nos informa también al mismo tiempo con hermosas citas de otros grandes poetas de todos los tiempos que escribieron sobre la temática amorosa, algo que no hace sino incrementar la calidad del libro porque nos da las pautas del sentimiento amoroso que quiere expresar en cada poema. Así hay citas desde Safo, Cátulo, Shakir Wa´El, hasta Lope de Vega, Ibn Hazm de Córdoba o Pablo Neruda, etc.
Este libro de poemas tiene pues esos ingredientes temáticos variados sobre el amor y su belleza poética que a buen seguro los lectores desfrutarán con su lectura.

Les dejamos con un par de poemas.



LA COPA DEL DESEO



La copa del deseo

se acerca a nuestros labios

y sabe seducirnos

con el licor envuelto en el aroma

de la felicidad,

y recojo tus besos con su especial sabor,

mientras el mundo se deshace

en el pequeño mar de tu pupila

como un terrón de azúcar.

Con el color de grana bien madura

se adorna la pasión a nuestro lado

y la fruta se rinde abierta y generosa

al florecido lazo del deseo

que es brillante escarlata,

y se anuda en nosotros

para que nos encuentre

muy juntos el destino.







SOÑADO CIELO



Cuando mis labios adivinan

la estuante promesa de los tuyos,

los dos nos encontramos

en un abrazo inevitable,

porque bajo la piel no muere nunca el fuego

y se rebela el alma de la carne

y me siento universo primitivo,

substancia semilíquida,

pequeño mar que invade

la sombra de tu vientre

que ha arrancado al instinto

la fuerza de los astros.

De lejos con la música

damos gracias al aire,

y baja hacia nosotros

todo el reino celeste.



jueves, 19 de septiembre de 2013

Aprendiz, de Antonio Luis Ginés



Aprendiz, es el nuevo poemario del poeta Antonio Luis Ginés publicado por la editorial La isla de Siltolá. Como en cada una de sus entregas Antonio Luis hace un ejercicio de singularidad y nos regala un poemario arriesgado, diferente, personalísimo, decantado hacia la homogeneización temática que avanza y profundiza en una historia o idea central para contarnos la poetización de una pérdida; la del padre, en comparación metafórica con un regalo, un hallazgo, una nueva vida; la de su hija. Padre e hija son el eje central del libro en donde hay versos que nos muestran claramente ese pasar del tiempo que hace al poeta madurar y aprender, ser el aprendiz de la vida y de sus emociones. Y todo gracias a un ejercicio de interiorización, de búsqueda. Uno tiene la sensación de sentir al poeta sumergido en un monólogo interior, el monólogo interior del recuerdo y la reafirmación de sí mismo. El libro está lleno de huellas, evocaciones e imágenes que pueden conmover al lector y hacerle sentir el dolor y la tristeza, una tristeza que nos lleva hasta la pesadumbre de vivir el recuerdo tan cerca, tan a flor de piel. El principio del libro ya se abre con una cita de Roberto Juarroz que dice: "Pero toda pérdida es el pretexto de un hallazgo". Cita que nos adentra, nos introduce, nos abre las puertas del originalísimo texto poético para anticiparnos lo que luego vamos a encontrar: el pasado representado por el padre, y el futuro representado por la hija. Pérdida y hallazgo. Fin de una etapa y comienzo de otra, que incluso casualmente llega tambíén con la mudanza, un cambio de domicilio.
Antonio Luis Ginés alcanza con este nuevo poemario una dimensión mayor como poeta que sabe vivir y contar la poesía a través de una visión muy personal de sensaciones nuevas y fuera de los tópicos a los que nos encontramos en el mundo literario poético. La poesía de Antonio Luis Ginés goza aquí de un estilo que no hace sino engrandecer al poeta que ha sabido encontrar una manera muy particular de expresar su poética.

Les dejamos con un par de poemas

PAPEL

Las paredes cubiertas de papel de colores.
Metros y metros, el olor a cola,
las tiras completamente preparadas,
las manos de mi padre y mi madre
ajustando cada trozo sobre la pared,
evitando la más mínima arruga.
El sonido de sus dedos sobre la suave
superficie, el telón
de fondo de mis noches; después,
la espera y el papel seco, el olor huyendo
por la ventana, por debajo de la puerta.
Las flores naranja,
las manos que quizás se rozaron.

Todo sucedía ya, el nudo
se fue soltando en silencio,
y las manos se separaron para siempre.
Luego el papel envejeció,
se levantó de la pared.
Vuelve aquel sonido, ahora
cuando decoro la habitación de mi hija
con papel de colores,
y la piel, no tan suave,
devuelve el sonido de los años.


¿ACASO NOSOTROS?

Tras los dibujos de mi hija, de trazo
incierto, escribo este poema.
Observo sus garabatos.
Tratan de definir una casa, una puerta,
unas ventanas, y un par de figuras
jugando afuera.
recorro cada línea, cada silueta
inacabada. ¿Quiénes son?
Apenas reconozco esas formas.
Lo que mi hija quiere dibujar
está ahí. Quisiera hacerlo mejor,
dejarlo todo más claro
pero la casa, las figuras,
tienen su propia versión de las cosas.
No parecen contar con nuestro asombro
para cambiar de vida.

lunes, 9 de septiembre de 2013

Entrevista a José Infante


FSM.- José Infante tiene una importantísima trayectoria de publicaciones y reconocimientos. Pero centrándonos en la poesía, y desde aquel primer libro de 1971 titulado Uranio 2000 Poemas del caos, hasta ahora, ¿qué se siente con el paso del tiempo tras una intensa vida de trabajo literario?

JI.- Una cierta sensación de inutilidad, pero por otra parte la certeza de haber sido siempre fiel a mi mismo, sin dejarme llevar de las asechanzas de la vida literaria.

FSM.- ¿Cómo empezó en ti la vocación por escribir poesía?

JI.- Fue una necesidad espiritual que se fue imponiendo sin apenas darme cuenta a partir de los 16 o 17 años. Hice primeros unos esbozos en prosa pero enseguida se impuso la poesía casi de una manera misteriosa e involuntaria.

FSM.- Tu primer reconocimiento importante como poeta llega con el premio Adonais por el poemario Elegía y no. ¿Qué era este poemario y qué significó para ti?

JI.- Empezaré por el final, significó mucho ya que este premio, tan importante en aquellos años entre los poetas jóvenes, te daba una tremenda responsabilidad en aquello que habías ido escribiendo casi sin saber por qué ni para qué. Desde entonces comencé a sentir que tenía esa enorme responsabilidad en lo que escribía y publicaba de cara a los lectores y sobre todo de cara a mí mismo.

En realidad Elegía y No es el germen de toda mi poesía, puede decirse que los libros posteriores solo han sido una reescritura de Elegía y No. Todos los temas, el paso del tiempo, el amor, sus gozos y sus sombras, la fugacidad de los sentimientos, la presencia definitiva de la muerte, todo estaba en Elegía y No. Solamente he ido reescribiéndolo de forma distinta conforme la experiencia de la vida iba imponiéndose y me lo dictaba.

FSM.- ¿Para qué sirve la poesía?

JI.- Cuando tengo que responder a esta pregunta siempre estoy tentado de contestar que para nada, pero enseguida recuerdo aquello de Borges “escribo para conocerme, para atenuar el paso del tiempo y para que me quieran mis amigos”. Lo asumo plenamente.

FSM.-  José Infante, ¿cuáles son tus poetas de cabecera, o esos poetas de referencia que de alguna manera han influido en tu poesía?

JI.- No sé si me han influenciado o no, pero mis poetas son Virgilio, Ovidio, Garcislasso, San Juan de la Cruz, Quevedo, Bécquer, Juan Ramón, los Machado, ambos dos, Borges, Aleixandre, Cernuda, Cavafis, Rilke, Pablo García Baena, Alfonso Canales…

FSM.-  Ahora has vuelto a Málaga, la ciudad donde naciste, pero casi toda tu trayectoria de escritor la has desarrollado en Madrid donde has cultivado el ensayo, el teatro, la novela… ¿en qué género te sientes más tú, más cómodo, o cuál te da más satisfacciones?

JI.- Desde luego la poesía ha sido el eje de mi vida en todos los sentidos. Ella lo ha impregnado todo y todo ha sucedido por ella.

Y mentiría si dijera que el periodismo, que en principio ha sido una dedicación alimenticia no es también una fuerte vocación que he seguido con todas las limitaciones que este oficio tiene y que han ido aumentando con los años.

El ensayo y la ficción históricos me gustan porque es la plasmación de una de mis más fuertes aficiones, la historia que me fascina desde siempre.

La reflexión filosófica y crítica es el resultado de una forma de ver el mundo e intentar explicármelo que en realidad tiene que ver con la poesía, que es sobre todo una forma de ver el mundo.

En realidad todo tiene que ver con la poesía, incluso cuando he escrito, tantísimos años, para televisión todo este sentido ha estado presente y lo he intentado trasmitir al complicado y complejo lenguaje de la televisión.

FSM.- Si tuvieras que hablarnos de tus libros de poemas y elegir alguno de tus libros para que los lectores de Paraninfo Poético los conozcan, cuál o cuáles nos recomendarías leer?

JI.- Sin duda Elegía y No de la primera parte de mi obra y de la segunda La Casa Vacía, Daños Colaterales y Días sin música.

FSM.- Como hemos dicho antes estás de nuevo en Málaga y has recuperado una tertulia cultural que había iniciado Gloria Fuertes en los años 70. La tertulia del Pimpi. Cuéntanos de este importante proyecto.

JI.- Yo conocía a Gloria Fuertes de mi primera estancia en Madrid entre los años 1967-70, el verano de 1971 la encontré en Málaga en los Cursos de Filología donde ella iba a leer sus versos. Nos encontramos en los Baños del Carmen y enseguida empezamos a reunirnos por la tarde en las Bodegas El Pimpi recién inauguradas por los cordobeses Paco Campos y Pepe Cobos. Un día decidimos crear esas tertulias que ella bautizó como Los Viernes de Gloria. Se hicieron durante los veranos de 1971 y 1972. Luego cuando yo me fui de Málaga se continuaron de distintas formas, se trasladaron a la Bodega Vieja, se continuaron a veces en El Pimpi… Así nació la tradición cultural y de tertulias de El Pimpi. Durante todos estos años se han realizado y ser siguen realizando multitud de ellas.

Cuando en la primavera de 1971 volví a vivir en Málaga, en Torremolinos ahora, uno de los primeros actos a los que asistí fue a la celebración de los 40 años de El Pimpi. A partir de ese momento  tanto Pepe Cobos como Paco Campos me sugirieron la posibilidad de recuperar el espíritu de las viejas tertulias de Gloria. Dudé un poco, pensando que ya nada era igual que entonces y que aquellas fueron absolutamente espontáneas y ahora tenían que ser diferentes.

Después de un tiempo pensándolo y viendo la forma de darle una nueva personalidad las inauguramos como Los Lunes de El Pimpi a partir del 7 de octubre de 2012. Hemos hecho casi cuarenta tertulias desde entonces. He querido conservar el espíritu abierto y participativo que les dio Gloria. Ahora no solamente literarias, hemos dado cabida a  otros ámbitos de la cultura y han tenido una magnífica acogida.

Este curso volvemos, tras un paréntesis veraniego, a inaugurar la segunda temporada el próximo día 16 de septiembre con la celebración de los 40 maños de la Universidad de Málaga. Seguirán este mismo mes un Homenaje a Pablo García Baena, que recibirá la Venencia de Plata Premio Cero a toda una vida y acabamos el mes de septiembre con un libro de Gerardo Diego de Julio Neira y que publica la Fundación del poeta santanderino.

FSM.- ¿Crees que en este momento histórico en el que estamos viviendo se le da a la poesía la importancia que ha tenido en otras épocas?

JI.- Hoy tal vez menos que nunca se tiene consideración social a la poesía y a los poetas, solamente se valora a los poetas cuando les dan premios. Vivimos en una sociedad materializada hasta extremos desagradables.

Otra cosa es que la poesía me siga pareciendo un alimento necesario para el espíritu de las personas, lo que sucede es que no se les hace llegar y se escudan en ser minoritaria para que la mayoría no tenga posibilidad de conocerla.

FSM.- A muchos de nuestros entrevistados los ponemos en un aprieto al preguntarle que nos definan lo que para ellos es poesía. ¿Querrías darnos una definición de lo que es para ti poesía?

JI.- Vida, creo que solo eso. Vivir más. Autobiografía.  Una forma de ver el mundo, de conocerlo, de conocernos. La respuesta a lo que no tiene respuesta.

FSM.- Para acabar, pues no quiero abusar de tu tiempo, podrías, por favor, dejarnos aquí un poema y decirnos por qué lo has elegido.

JI.- Hay algunos poemas que podría citar y poner aquí y que me parece que me determinan y me explican de alguna manera, pero ya que dices uno, os dejo este

 

 

ESE ANIMAL EXTRAÑO QUE ME SIGUE


Bajo mi piel lo siento como sangre.
Por mis venas circula libremente.
Segrega por mis poros y vive de mi aliento.
Está en cada arteria o vaso de mi cuerpo
y a mis huesos se adhiere como si fuera parte,
papiloma de luz y de misterio.
Por mis ojos contempla la vida que no es,
lo que nunca ha pasado. A veces lo sorprendo
usando mis palabras, construyendo oraciones a mi costa,
perdido, solo, en la tiniebla de mis ojos.
Nunca lo tengo ausente de mis lágrimas
y en la noche tiene mi voluntad, mi voz, a su servicio.
Siempre me roba el sueño y se pone delante de mis gestos.
Me usa para buscar la incertidumbre.
Provoca la soledad para que vuelva a él, su amante.
No es amorosa nuestra relación. Él me ignora
y yo lo desconozco. El mismo cuerpo usamos
y si un día se marchara, nadie podría alimentar,
escribir, estas palabras.





(De libro  El don de lo invisible)

domingo, 1 de septiembre de 2013

Código de la niebla, de Alfredo Jurado

 
 


Alfredo Jurado ha publicado un nuevo libro de poemas con un sugerente y hermoso título: Código de la niebla. Es un libro publicado en la colección Astrolabio. Se trata de un poemario dividido en dos partes: El cuaderno del aire y Quemar las naves.
La primera parte El cuaderno del aire ya nos inicia con un apunte que dice: “Cuando era tan sólo adolescente / entregaba mis tardes en lecturas; / en ella descubriera personajes fantásticos; / algunos fascinantes, pero otros / me hicieron sentir miedo.”/  Y de aquí parte el poeta para adentrarnos en un fascinante mundo imaginativo basado en las lecturas de seres mitológicos que dejaron en el joven muchacho poeta una impronta, es decir, la marca de la imaginación. Son hermosos poemas narrativos detenidos en la naturaleza de los pájaros y en donde se nos cuentan historias vividas o soñadas del temible Simún que habitaba los páramos, del arcángel caído, de la torpeza de Glauco, del regreso de Ibis, del chistar de la corneja, etc. Son poemas de una especial belleza y singularidad, unos poemas que buscan la trascendencia misma del vuelo y su estética, una manera de mirar la esencia de una especie que tiene el privilegio de volar y que deja al poeta sumido en el más absoluto extrañamiento. Todos estos poemas están escritos también en comunicación con aquellos aspectos que trascienden la propia naturaleza del hombre, como son la muerte, la vida o el paso del tiempo. Es la descripción de un paraíso que a veces vive lleno de todo su esplendor y otras muere o nos muestra esa vertiente de la más cruda realidad. Una enseñanza al fin sobre un aspecto de la naturaleza que nos rodea.
La segunda parte del libro Quemar las naves, también nos introduce con un apunte: Un día me alumbraste cuando el tiempo de marzo / alzaba su estandarte de luz en las paredes; / cuando el musgo en las tapias perdía su fragancia; / cuando quiso la luna, con su fanal de plata / trepar al campanario, cuando el reloj marcaba / las once de la noche. / Algún gallo anunciaba su canto a solanares. /   Estamos ante unos poemas distintos, pero que nos contagian de la misma armonía que la primera parte, aunque aquí el sujeto lírico no son los pájaros sino el recuerdo, la consciencia de estar vivo y asumir el paso del tiempo, la fase última de la vida. Se trata de unos poemas muy líricos que en la desesperanza están llenos de esperanzas. Así por ejemplo el poeta siente que puede retornar a la vida porque un sueño se repite con frecuencia y canta a ese acontecimiento. Pero por otra parte en otro poema dice:   Ya no podré gozar de los narcisos / de encendido amarillo / que en una terracota colocaba / …..no rozar su frescura con los labios / no detenerlo vivo entre los dedos / …Ya no será posible saciarme de su alquimia / ni humedecer los dedos con su frescura viva; /  Alfredo  Jurado va en estos poemas exprimiendo cada vez más la esencia de lo interior, de lo verdaderamente importante hasta llegar a la esencia del tesoro mismo de las cosas. De este modo hablando del alma dice: El alma es una isla que flota en el silencio / cautiva en la abacara de una noche sin luna. En estos versos está ese espíritu de retorno, de venida, de la vuelta, de lo cíclico: Algún día podré regresar como el eco, / como las golondrinas a su cita, / como el olor del agua de tormenta / que satura la sed del barbecho sediento. /  Es pues Código de la niebla un libro intenso, lleno de vida y anhelos que se encuadran en un estado de optimismo filosófico y deseos de seguir habitando el paraíso que es vivir pletóricamente la existencia

Les dejamos con un par de poemas.


CHISTAR DE LA CORNEJA


Al caer de la tarde, bajaban las palomas

para beber el néctar de las uvas;

pero entonces nosotros, agitando los brazos,

hicimos que volvieran a sus piquetas altas.


Trepamos por el tronco rugoso de la parra,

para poder llenar el capazo de mimbres;

cortamos los racimos más maduros,

y fuimos a guardarlos en la vieja fresquera.


Sacábamos las sillas debajo de la pérgola;

aún era temprano, porque el sol de la tarde

no había vencido la cresta de los pinos.

Sonaban las cigarras, su horrísona pavana.


Dormitaba el mastín, al lado de la acequia,

la tarde estaba tórrida, y así lo anunciaban

los vencejos que trenzan la luz sobre la alberca;

la abuela preparaba torta del pan de higos.


Entonces nos llegaba el chistar enigmático

que hacía la corneja, dentro de su escondrijo;

habitaba en la entraña del desván más obscuro,

donde instalara el trono de su reino nocturno.




DIEZ


EPÍLOGO


Es la vida aquel río con múltiples meandros,

liturgia sacratísima que embriaga la consciencia,

es árbol a la orilla de un estanque

la nieve que declina lentamente la cumbre.


Es beso de la madre en el recuerdo,

la honda cicatriz que te deja su ausencia,

el último presagio de sentir como creces,

aquel primer amor que te descubre.


Consumar el durazno de tu íntimo ser,

querer ser gavilán que alcanza las alturas,

sapo para los labios de una hermosa princesa,

servil enamorado del amor que idealizas.